Reflexiones sobre el combate de budo
El maestro Tokitsu Sensei nos recuerda en varios de sus artículos que vivimos en una sociedad marcada por múltiples formas de violencia y de agresión, y que mucha gente busca en el arte marcial técnicas que puedan resultar eficaces para defenderse. Resulta quizás comprensible, pero es importante saber que tal utilidad no es el objetivo característico del budo, el combate que practicamos en Tokitsu-ryu.
Ante todo, hay que recalcar que el combate de budo no es el de la agresión, sino una práctica en la que dos adversarios procuran medir y mejorar su nivel en la misma disciplina. Intentan vencer, pero para ello, utilizan no sólo las técnicas que han aprendido, sino la fuerza de su energía combativa para hundir la voluntad de enfrentamiento del otro. La energía combativa es importantísima, tanto que en algunos casos no hace falta dar un golpe siquiera. Esto se ve algunas veces, por ejemplo, en el combate de kendo de máximo nivel: uno hace que el otro pierda toda ocasión de tomar la iniciativa. Cada vez que éste piensa en iniciar un ataque, el primero lo capta y le obliga a retroceder, y así termina el encuentro. Se conoce como el “combate de kizemé”, y sólo los kendokas más expertos son capaces de llevarlo a cabo.
No obstante, es el tipo de combate que nosotros intentamos realizar y enseñar.
Para nosotros, no basta simplemente con saber ejecutar técnicas y responder a los gestos del otro. Queremos algo adicional: que la gente aprenda a percibir lo que dará lugar a un gesto. Una percepción tan sutil está poco desarrollada en el combate de contacto, y sabemos que es muy difícil de adquirir, pero también sabemos que una práctica así nos puede proporcionar una nueva dimensión y una nueva calidad a nuestra vida.
Pero este énfasis trae consigo consecuencias. Como dice el maestro Tokitsu, en este modelo de combate, continuar atacando más allá del punto de hundir la voluntad del otro sería “una forma de agresión que rebosa el marco del combate del budo”.
Entonces, en los combates de entrenamiento, ¿cuál ha de ser el papel del profesor? Lógicamente, supera al alumno en habilidad y puede vencerle fácilmente. Pero para entrenarle, a veces tiene que someterle a múltiples ataques que van más allá del combate de igualdad. Por eso, es importante que profesores y alumnos sepan distinguir los diferentes modos de combate, teniendo en cuenta siempre lo que dice el maestro Tokitsu: “La práctica no es la de la agresión, sino del combate en el cual dos energías se oponen la una contra la otra.” No se trata pues de aprender las técnicas aplicadas por la policía o los militares.
Los diferentes registros del combate libre
Cuando un instructor practica el combate libre con uno de sus alumnos, el nivel de éste determina el registro apropiado. Si los niveles son diferentes, es posible entrenarle al alumno durante una hora y la dureza puede variar, pero el alumno ha de entender que no ha sido un verdadero combate, sino un entrenamiento.
Puede tratarse del registro conocido en kendo como el hikitaté geiko (combate para resaltar las cualidades de un alumno). En esta modalidad, el instructor intenta sacar a relucir las posibilidades del alumno, estimulándole para que pueda dar con la reacción adecuada y superar sus defectos.
Otra modalidad del kendo, y adoptada en Tokitsu-ryu, es el kakari geiko, en el que el alumno proyecta todas sus técnicas y energía hacia el instructor, intentando integrar y mejorar su técnica, a la vez que procura desarrollar su resistencia y capacidad respiratoria.
Si los dos combatientes tienen el mismo nivel, el ejercicio se llama gokaku shôbu (combate en igualdad) o gokaku geiko (combate entre iguales). En estos casos el combate dura mucho menos que en las anteriores modalidades (quizás tan sólo uno o dos minutos). Cada combatiente emplea a fondo todos sus recursos, lo que pone claramente de relieve el nivel de cada uno.
Obviamente, si el profesor no sabe distinguir los registros de combate, habrá problemas. Los alumnos darán demasiado fuerte y no aprenderán a distinguir las diferencias de registro aplicables en cada caso. Y si no las saben distinguir, siempre darán golpes demasiado violentos, y el aspecto educativo del combate desaparecerá.
Por consiguiente, hay que tener siempre en cuenta el fin perseguido en el combate libre, porque de él dependerá el carácter del ejercicio.
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